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Aún se prefiere a hombres para dirigir las campañas electorales

La discriminación política contra la mujer no solamente se limita al espacio político electoral formal. También está presente tras bastidores, en los círculos de la consultoría y asesoría, y es más evidente en época electoral.


Los candidatos y partidos políticos prefieren contratar hombres para que se pongan al frente de las campañas electorales. En parte, porque tienen arraigado el ridículo prejuicio de que las consultoras son débiles, emotivas y por naturaleza benevolentes. Que son conflictivas y no pueden lidiar con el trabajo a presión y sin horarios.


Se considera también, sin fundamento alguno, que no tiene la ‘malicia’ necesaria para ponerse al frente de la batalla electoral y por eso, en los comandos de campaña, se le encarga responsabilidades ‘más apropiados para mujeres’ como las relaciones públicas, la gestión de la agenda del candidato, el cuidado de la imagen, la organización de desayunos u otras tareas operativas y no estratégicas.


El hecho de ser mujer, madre, hija y consultora política a la vez no debe ni puede ser motivo de discriminación. Así como tampoco debe ser requisito para estar en la política el ser soltera, ‘guapa’ y no tener hijos para que ‘aguante el ritmo y las exigencias’ del trabajo.



La equidad de género en la política radica en que, independientemente de que sea hombre y mujer quien asuma la gerencia de la campaña, él o ella pueda ser valorada para ocupar un cargo de toma de decisión por su capacidad y profesionalismo.


No porque se elija a una consultora se debe exigir menos de lo que se lo haría a un hombre. Y tampoco implica una carta abierta para que las remuneraciones sean inferiores a la de los hombres. No se trata de una contienda, sino de una reivindicación de justicia.


El primer paso es hacer visible el trabajo y los rostros de las consultoras políticas. Luego, es clave fomentar espacios de debate para transparentar estos temas y también, desde los diferentes espacios en los que estamos, generar las condiciones para la participación real y justa de las mujeres en las campañas.


Lo cierto es que una estrategia política electoral efectiva no depende del género, la edad, la orientación sexual, la nacionalidad o el equipo de fútbol con el que simpatice el estratega. Es resultado de la experiencia, el conocimiento, el olfato político y hasta la pasión. Difícilmente alguien puede hacer una campaña efectiva sino ama lo que hace.


De igual forma, es resultado de una adecuada investigación, la correcta lectura y análisis de la información, del establecimiento de objetivos claros, públicos, mensajes y las acciones correctamente planificadas a lo largo del tiempo lo que determinarán el triunfo o no de una candidatura.


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