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¿A qué juega el movimiento indígena?

Varios dirigentes del movimiento indígena hicieron un llamado a sus bases para que voten nulo en la segunda vuelta electoral del Ecuador. El discurso oficial es que ninguno de los candidatos que llegaron al balotaje; Andrés Arauz y Guillermo Lasso, los representan.


Sin embargo, hay otra explicación que tiene un tinte histórico. El movimiento indígena ha sido poco asertivo a la hora de establecer alianzas electorales, desde su involucramiento en la política formal (1996).


Los caudillos de turno los han usado para movilizar su voto en las campañas, para romper las distancias regionales y mostrarse cercanos a los sectores más excluidos del país. Luego, cuando se han vuelto innecesarios, los han dejado al margen.


Tomado de @CONAIE_Ecuador

En 2002, por ejemplo, los indígenas apostaron por el entonces candidato a la Presidencia Lucio Gutiérrez y lograron una efímera cuota de poder en el gabinete (tres ministros). Cuando el coronel insurrecto dio un giro en su política económica, la alianza se deshizo y el más golpeado fue el movimiento indígena.


En 2006, en cambio, apoyaron al candidato Rafael Correa en la segunda vuelta electoral frente al empresario Álvaro Noboa. También consiguieron una cuota de poder, pero paulatinamente se distanciaron hasta convertirse en antagónicos. Principalmente por temas vinculados al extractivismo, la movilización social, las libertades y la política agraria que nunca llegó a concretarse.


El movimiento indígena no quiere repetir sus errores y quemarse políticamente una vez más. Menos cuando pasa por el mejor momento de su historia. En las elecciones generales lograron 26 curules convirtiéndose en la segunda fuerza legislativa más importante del Parlamento.


Su candidato a la Presidencia quedó tercero con una diferencia mínima y tras las manifestaciones de octubre de 2019 -por el incremento del precio del combustible- demostraron que han recuperado su capacidad organizativa y de movilización.


Esta posición de votar nulo, no obstante, blinda momentáneamente al movimiento indígena; pero beneficia indirectamente al candidato del correísmo. Arauz tiene un voto duro que le permite imponerse en la segunda vuelta sin la necesidad de contar con esos votos.


Guillermo Lasso, de su parte, debe sumar respaldo para cerrar la brecha que existe con Arauz. Al no contar con el apoyo de los indígenas queda en desventaja. No faltará quien en su momento, a la luz de los resultados electorales, encare al movimiento indígena por priorizar el cálculo político, antes que el futuro del país.


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