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Acuerdo nacional ¿para qué?

Actualizado: 13 ago 2020

Si hay algo en que las fuerzas políticas del Ecuador están de acuerdo, sin importar su orientación o agendas, es en la necesidad de que el expresidente Rafael Correa no retorne.


La mayor parte de las encuestas le dan una ventaja importante sobre el resto de movimientos y partidos políticos. En parte, gracias a todos los esfuerzos que ha hecho el actual Gobierno para hacer las cosas mal.


Cada desacierto en el manejo de la crisis sanitaria, los retrasos en el pago de sueldos a los servidores, los despidos y el combate a la corrupción selectiva, suman puntos a su principal contradictor.


Su regreso, aunque sea simbólico (a través de otro candidato), resulta peligroso no solo porque complicaría el camino a Carondelet de todas las fuerzas. También porque prolongaría la vendetta política y judicial entre los grupos que han estado en el poder durante más de una década prorrogando así los temas de fondo como la salud y la economía.


De ahí la necesidad y urgencia de bloquear a cualquier partido político que intente entregar su vehículo para que pueda inscribir a sus candidatos de cara a los comicios de 2021.

Si bien el Tribunal Contencioso Electoral acaba de dejar sin efecto las medidas cautelares que emitió el ⁦Consejo Nacional Electoral en contra de cuatro movimientos (uno de ellos directamente vinculado al correísmo) lo más probable es que se encuentre la forma de revertirlo.


De hecho, ya se escuchan voces alertando que los jueces del Tribunal habrían incumplido una decisión vinculante de la Contraloría General del Estado y que podrían ser sancionados.


El oficialismo y las fuerzas políticas creen que sin el exMandatario se podría repetir algo similar a lo que ya pasó en Brasil, cuando Luiz Inácio da Silvas estuvo ausente en la campaña electoral (2018).


El 39% de la población estaba dispuesto a apoyarlo, cuando la esperanza de que fuera candidato estaba viva. Pero tan pronto como se confirmó que no estaría en la papeleta y pidió el voto para Fernando Haddad se demostró que el capital político no es transferible.


Además, se fracturó el voto del oficialismo y los electores se vieron obligados a escuchar a los otros candidatos presidenciales y elegir uno de la papeleta, pese a no ser de su total agrado.


Por eso no es descabellado pensar que en las próximas semanas se estructurarán dos o tres frentes multipartidistas que se venderán como la salvación nacional, pero en el fondo priorizarán el evitar que vuelva el expresidente creyendo que eso resolverá su principal problema electoral.


Lo cierto es que los comicios demandarán mucho más. Para empezar, si el Gobierno no corrige sus desaciertos y las fuerzas no se unen alrededor de una propuesta efectiva que resuelva la crisis económica y sanitaria, quedará muy poco país para gobernar.


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