En los comicios generales de febrero del siguiente año, 10.589,114 personas estarán habilitadas para votar, de acuerdo a las proyecciones poblacionales del Instituto Ecuatoriano de Estadísticas y Censos del Ecuador (INEC). Ahí se toma en cuenta el voto facultativo de los adolescentes.
De ese total de electores, alrededor de un 60% corresponde al voto del segmento electoral ‘jóvenes’. Es decir, desde los 16 hasta los 29 años edad. El peso que tendrán para inclinar la balanza en los comicios, los convierte en un foco de preciada atención.
Los políticos, especialmente de larga data, los comienzan a ver igual que Gollum al Anillo Único de la saga del Señor de los Anillos. Saben que ahí estará la llave para imponerse en unas elecciones que serán difíciles por la gran dispersión del voto que existe, el desgaste del sistema político tradicional, la crisis económica y la pandemia del COVID19.
Esta última ha provocado que los estrategas se vean obligados a guardar los viejos manuales de marketing político, los documentales de Netflix, y piensen en nuevas formas para llegar a esa población, a través de los recursos del ecosistema digital.
Paradójicamente, en esa carrera política para lograr un acercamiento con los jóvenes, se está obteniendo el efecto contrario: un distanciamiento político de ese sector. Los mensajes que se construyen parten de estereotipos y no información real.
Iniciativa de ING a favor de Unicef. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=Ikmxd_CW0Xk
Eso explica el porqué, por ejemplo, vemos en redes sociales a precandidatos obsesionados con Sylvester Stallone. Primero un expresidente haciéndose pasar por Rambo, con una basuca en la mano y arengando en contra de la corrupción. Luego un exlegislador emulando a Rocky Balboa y otro anunciando que colocará una base militar en Taiwan si China no renegocia la deuda con Ecuador.
Creen que todos los jóvenes son superficiales, no leen, pierden el tiempo en cosas ligeras, que no entienden fácilmente la coyuntura, que solo piensan en la diversión, que no saben qué quieren y no tienen cosas que decir.
¡Falso! En primer lugar, no existe un tipo de jóven sino varios tipos de jóvenes. Su identidad es rica y diversa. Les preocupan temas que les son cercanos, como el libre acceso a la educación, el embarazo adolescente, el consumo de drogas. La lucha real contra el machismo, la justicia social, el poder decidir sobre su cuerpo.
También el vivir en un entorno más amigable con el medio ambiente, el innovar, el poder acceder a una plaza de trabajo o el matrimonio como una opción y no como un ‘deber ser’.
Si tan solo los políticos y algunos estrategas electorales se sentaran a escucharlos y conocerlos, en lugar de dedicarse a ver películas épicas; o intentar descubrirlos a través de Instagram, se darían cuenta que sus intereses no se resumen en un video de Tik Tok.
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