Las redes sociales se han vuelto cada vez más determinantes en los resultados de las elecciones. No tanto por los votos que logran encausar para un determinado candidato, también por la capacidad que tienen para restarle apoyo a sus contrincantes. Son canales a través de los cuales viajan muy rápidamente los escándalos.
En 2020, Benjamin Griveaux, quien aspiraba a prescindir la ciudad de Paris, por el partido del presidente Emmanuel Macron, dimitió tras la difusión de un video sexual que se viralizó en redes sociales.
En 2023, Dieterich Sarg, entonces candidato al Congreso de Guatemala renunció tras una denuncia por acoso de una mujer que se difundió masivamente en plataformas digitales y se tomó rápidamente la conversación pública.
En Ecuador, para no ir muy lejos, los presidenciables Bolívar Armijos y Giovanny Andrade se volvieron memes en las redes sociales tras su desafortunada participación en el Debate Presidencial de 2020 y 2023.
Si bien nadie apostaba a que ganen los comicios, tampoco se esperaba que sus carreras políticas queden prácticamente sepultadas luego de que evidenciaran su poca preparación.
Esto enfrenta a los estrategas, asesores y equipos de campaña a nuevos retos para los comicios de 2025. No basta con tener una estrategia que busque la persuasión del voto favorable. Además, hay que tener un equipo digital distinto para gestionar los ataques.
Sobre todo, considerando que las crisis digitales y los embates de la campaña dejaron de ser algo esporádico y se convirtieron en el día a día de la carrera electoral. Principalmente en torno a los aspirantes con más posibilidades de ganar.
Para lidiar con la desinformación, por ejemplo, el fact-checking es una alternativa. En el país -por fortuna- se comienza a dar el valor que tiene gracias a iniciativas periodísticas como el de Lupa Media y Ecuador Chequea, que permanentemente están verificando el contenido que deambula por la esfera digital.
El fact-checking también puede ser aplicado en comunicación política, con expertos que de manera permanente -y con sentido de urgencia-, verifican y desvirtúan contenido que podría afectar a su candidatos.
Los equipos especializados en Escucha Social permiten identificar alertas importantes que se generan en las plataformas. Así, estas pueden gestionarse de forma oportuna, antes de que se conviertan en una crisis de proporciones.
No es menor el papel que juega el encargado de la ciberseguridad. Por un lado, blinda los canales digitales ante posibles ataques y es el que da solución cuando se presentan hackeos, phishing, malware, u otro tipo de ofensiva.
Fuente: IA
En las elecciones pasadas, ya se registraron visos de que detrás de las campañas oscuras hay verdaderos ‘profesionales’. Empresas que, desde diferentes partes del mundo usan tecnología, como la inteligencia artificial, para ensuciar los procesos electorales.
Las autoridades electorales, que deberían ser llamadas a garantizar procesos transparentes y limpios, poco podrán hacer en este nuevo escenario. No saben cómo y tampoco tiene la voluntad política.
Por eso recae en los partidos políticos y los candidatos prepararse ante esta nueva realidad. Esto implica vincular a profesionales no tradicionales a las campañas, invertir en estrategias y dejar de creer que, cuando se habla de comunicación política digital, todo se resume en un video de TikTok bailando con dos pies izquierdos frente a la cámara. Es más... mucho más.
Publicado originalmente en Notimercio del 31 de agosto, 1 y 2 de septiembre de 2024
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