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Sucesión presidencial

Terminar el juicio político que se sustancia en la Asamblea Nacional contra el presidente del Ecuador Guillermo Lasso no fue indispensable para censurarlo. Él ha sido muy eficaz atrayendo el descontento general antes de que acabe el proceso formal de fiscalización.


Según Click Report, casi el 80% de los ecuatorianos tiene una imagen negativa del primer mandatario. Principalmente por la falta de empleo pleno y la inseguridad ciudadana. Los empresarios están cada vez más hastiados de vivir con miedo a que en cualquier momento un familiar sea secuestrado, los extorsionen o aparezca una mochila con explosivos cerca de casa.


Los actores políticos locales; incluso los que en un momento determinado compartieron sus votos matrimoniales, comienzan a tomar distancia al igual que un importante sector de Estados Unidos.


No es coincidencia que cinco congresistas de ese país hayan enviado una carta a Joe Biden para que inicie investigaciones en torno al caso denominado Encuentro, que involucra al cuñado del presidente ecuatoriano.


Tampoco que el Fondo Monetario Internacional (FMI) haya suspendido nuevos desembolsos de dinero hasta conocer el desenlace del juicio político. Y que la Embajada de Estados Unidos en Ecuador haya difundido una misiva, de manera unilateral, alertando sobre atentados terroristas, sin consultarlo previamente con el gobierno ecuatoriano.


Si a esto se suma el papel activo de una oposición (indígenas y correísmo) que se fortaleció tras ganar las elecciones locales, resulta sencillo entender por qué ha ganado relevancia la posibilidad de destituir a Lasso.


La sucesión presidencial desfogaría la bronca social y política en torno al presidente y generaría mejores condiciones para recuperar el diálogo, la confianza y la esperanza de un cambio en la dirección del Gobierno, sin caer en una conmoción social.


Para que esto ocurra, Lasso debería renunciar o esperar a que se consigan los votos en su contra en la Asamblea Nacional. La primera opción podría salvarlo del desgaste que implica acudir al pleno y la probabilidad de que se ventilen más ‘secretos’.


Sin embargo, hasta ahora todo apunta a que el Primer Mandatario se aferrará, en tanto que públicamente ha dicho que si se vuelve inminente la destitución vía juicio político, él firmaría el decreto para disolver a la Asamblea, en lugar de hacer lo que un demócrata y republicano; es decir, priorizar el país en lugar del orgullo propio.


Ojalá solo sea una amenaza dentro de su estrategia política, pues la ‘muerte cruzada’ daría paso a comicios adelantados y se entraría en ‘tiempo muerto’ mientras se eligen a las nuevas autoridades, dejando otra vez de lado la reactivación económica y el combate al crimen organizado.


Saber cuándo soltar también es un indicio de madurez y honorabilidad, en un líder.

También pueden leer: Gobierno y PSC, 'aliados' electorales del correísmo

¿Muerte cruzada o suicidio cruzado?

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