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Voto consciente

Los electores ecuatorianos tendrán que lidiar con al menos cuatro inconvenientes al momento de ejercer su voto, el próximo 7 de febrero de 2021. En primer lugar, porque la forma de votación cambió para elegir a los asambleistas provinciales. La ciudadanía ya no podrá optar por candidatos de diferentes listas, sino solamente de una.


Además, cada persona recibirá cuatro papeletas en los recintos electorales, con excepción de Cuenca, donde habrá cinco, por la consulta popular sobre minería. Una de las papeletas para decidir en torno a los presidenciables, otra de asambleístas nacionales, una más de asambleístas provinciales y otra de legisladores para el Parlamento Andino.

La gran cantidad de candidatos para los comicios generales hará también que la papeleta se proyecte como la más grande desde el retorno a la democracia. 17 binomios para Presidente y Vicepresidente de la República ingresaron su documentación en el Consejo Nacional Electoral (CNE). Solamente cuatro, hasta la fecha, esperan la calificación final.

Todo esto, sumado al escaso conocimiento que existe de la ciudadanía en torno a las elecciones; crea un escenario complejo que hace inevitable pensar en lo lejos que se estará de lograr un voto consciente e informado. La población aún desconoce quiénes son los candidatos locales, sus propuestas y cómo se desarrollará el proceso en tiempos de pandemia.


Al Consejo Nacional Electoral (CNE) le corresponde informar a la ciudadanía e impulsar las campañas de comunicación necesarias. En particular, para quienes viven en los sitios más alejados, como la zona rural, y tienen menos acceso a datos de primera mano.

Sin embargo, la falta de recursos económicos derivada de la crisis económica, las pugnas internas entre los integrantes del CNE, la politización de la contratación de los equipos de personas que ayudarán en la organización, capacitación y desarrollo de las elecciones del 2021, hacen que el tema pase a un tercer plano.

Frente a esta realidad, cruzarse de brazos y ser meros espectadores del descalabro de la democracia es una opción inconsiderable. La Academia, la sociedad civil, los medios de comunicación y la propia ciudadanía pueden y deben impulsar procesos propios y mancomunados para llegar a la gente y aclarar las dudas que existan antes de las elecciones.

De lo contrario, la falta de información útil sobre los comicios se verá reflejada en los resultados electorales. Veremos un alto porcentaje de votos nulos y blancos, por un lado, y; por otro, a movimientos y partidos políticos aprovechándose del caos.


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